Propuesta artística, criterios dramatúrgicos y de puesta en escena
Inquietudes
¿Cómo transcribir desde la puesta en escena, una textualidad tan cercana al registro cinematográfico, sin perder su riqueza visual? ¿Como trabajar el concepto de plano cinematográfico en escena? ¿Cómo trabajar, desde la puesta en escena y desde las actuaciones, la relación entre lo que se vela y lo que se revela?
Visión y concepción
Para La Marea, la propuesta es profundamente actoral y plástica.
La fuerza y el acento de la obra radica en el vinculo, primigenio, único y amoroso de una hija con su padre. Así, el juego de los intérpretes en el espacio es el elemento preponderante sumado al trabajo expresivo de las visuales, el sonido, la luz y los elementos escenoplásticos que contribuyen en la construcción climática de la obra.
Un acercamiento conceptual
Un pequeño y de visual humilde dispositivo escénico se encalla, se estanca en una orilla marítima. Eso que se encalla es la casa de un padre y una hija. Y eso encallado, esa casa, es la simpleza de un bote que es a la vez la cama de ambos que condensa el hogar sin movimiento de ambos estancados. Padre e hija, sobre todo ella, resuelven como navegar, como moverse.
Se apoya el espacio de este padre y su hija con una sencilla mesa, apartada de esa cama/bote, que sintetiza el taller de trabajo de pescadores que une a ambos también. Un taller por fuera de esa casa (cama/bote).
Y el mar, el cielo, toda la escenografía playera. Todo esta inmesidad inabarcable construida desde lo sonoro y lo escenográfico/audiovisual. Una gran pared de fondo cierra el espacio, insiste con lo estancado aprisionado de la obra. Esta pared tan solo deja libre un gran orificio en su centro en donde se deja ver una pantalla que ofrecerá imágenes oníricas de realidades de mar y playa, de realidades no actuadas en vivo de la historia. Todo resuelto visualmente con un rotundo blanco y negro que ni grises casi tiene. Todo aprisiona.
Hay entonces una inmesidad exterior, de mar y playa, que de todos modos no libera y un interior pequeño que condensa lo opresivo. La inmesidad exterior deberá ser mar, playa y cielo en esa mesa junto a ese constructo sonoro. Y también la inmensidad exterior deberá ser mar, playa y cielo en ese único orifico en esa pared, en esas imágenes que se proyectarán.
Y tanto en ese interior de cama/bote, como en ese exterior de mesa es que un factor unira ambos espacios, un elemento escenográfico contundente y significativo: redes de pescadores. Estas nos harán de arena, estas nos narrarán un contexto pero sobre todo nos confirmarán cuanto este padre y esta hija están encallados, estancados, tratando de remar, de salir dificultosamente de esas redes de suelo que los rodean y atrapan.
Los espacios, el de la cama/bote interior y el de la mesa exterior, comienzan, desde la iluminación y el sonido, delimitados, diferenciados en sus interior y exterior, en sus días y en sus noches. Pero esto se irá perdiendo a medida que la obra avance y que el encallamiento se vaya soldificando, narrativa y audiovisualmente dentro de la obra. A medida que la obra avance los espacios se irán unificando, no habrá casi ni días ni noches, ni desde la luz ni desde el sonido.
Al principio de la obra hay indicios escenográficos que preanunciarán el definitivo estancamiento. Las redes y una iluminación que nos distingue casi diferencia cromática entre los espacios. Las luces frías darán constante contexto a todos los momentos, sean dentro o fuera, de día o noche.
Tan solo unos elementos lumínicos contarán disimuladamente y con pequeñez lo interior de lo exterior. Y estos serán crudos, sin color, crudos como vienen, sin artificio, más allá de una obvia y técnica temperatura color cálida que tiene por ser incandescentes.
La propia cama/bote tendrá una muy diminutas lucesitas (tres) en sus puntas, como guía, como marcación nocturna, pero como marcación nocturna en los primeros momentos de la obra. Irá la obra sucediendo y esas pequeñas luces aparecerán delimitando esa cama/bote que los agarra a ambos protagonistas sin importar ya si es noche, día, interior o exterior.
Lo mismo pasará con la única lámpara que existe en la mesa exterior. Una lámpara que no funciona bien titilará azarozamente cuando tenga que estar prendida, como faro defectuoso que marea y no guía del todo bien.
Y junto a estos elementos de iluminación en la misma escena, los de la cama/bote y el de la mesa, es que se suma finalmente un tercer microespacio lumínico que aporta ruptura a la escena, desde su evocación y desde su cromaticidad. Un pequeño altar a una madre muerta estará iluminado, será la única iluminación manejada por ese padre y esa hija. Y será la única iluminación con un color concreto, puro y notorio.
Toda la iluminación de la obra “externa” a los espacios será desde luminarias desde parrilla. Primordialmente se resolverá con el uso de PAR a 220V (mayoritariamente de lámparas MFL) y algunos PC con viseras o elipsoidales. De hecho, tan solo estas últimas luminarias en donde se podrá controlar el haz de la luz, será utilizadas para la iluminación del sector que comprende la parte delantera de la pantalla audiovisual, en donde se necesita luz pero que esta no toque la pantalla. Esto entonces deja el uso exlcusivo de los PAR para el espacio de la cama/bote y de la mesa.
Casi nada llegará de frente, todo será desde laterales y contraluces. Y absolutamente todas las luminarias estarán filtradas con filtros que enfríen la luz.
La iluminación “interna” de los espacios será resuelta con lámparas incandescentes de muy bajo consumo, entre 5W y 25W. Se reitera que tan solo un espacio lumínico será el operado por los actores, este espacio es el altar ubicado en la cama/bote. Las demás lámparas serán operadas, como el resto de las luminarias desde parrilla, desde consola.
No será una obra que utilize mucha necesidad técnica, ni en términos de cantidad de luminarias, ni cantidad de dimers, ni memorias de grabación de efectos de luces para su guionado.
Mariano Arrigoni, diseñador de iluminación
Propuesta de Diseño Sonoro
Lo que aparece y desaparece. Lo que se dice y no se dice. Lo que se escucha y no se escucha. Los cambios y planos sonoros como elemento que construyen la historia.
El mar es el sonido constante. A partir de este sonido ambiente que nos remite al espacio en donde estamos en la historia (la playa) se irán construyendo diferentes texturas sonoras que podrán escucharse tanto dentro del espacio escénico (ruido a crujidos de maderas, cuchillo afilándose, radio) como fuera del mismo (momentos oníricos, aparición de efectos sonoros, música, instrumentos que remitan a ambientes).
Se trabajara con planos sonoros para darle más fuerza al clima de las escena y crear focos de atención. En algunos casos lo sonoro tendrá un tratamiento naturalista y en otros se trabajará con efectos sonoros. El sonido será el que evidencie los estados por los que atraviesan los personajes y cada elemento sonoro será el que protagonizará esos estados.
Es así como surge la idea de una composición sonora con tratamiento cinematográfico. Se trabajará escena por escena en la construcción de la banda sonora y junto con la luz se diseñan la imagen y el sonido.
La idea central que estructura la propuesta de escenografía es la de la creación de un “mundo red”, un espacio que juegue con la literalidad del espacio físico en el que transcurre la historia, a la vez que de cuenta de un espacio imaginario.
En este mundo liminar, trasmallos cubrirán el suelo del escenario. Un suelo de trasamallos, distribuidos heterogéneamente, con la intención de darle volumen al espacio, trayendo a la escenografía las imágenes de los médanos.
Un bote- cama, roto, enredado por redes y desechos de mar, indicio del pasado. En el se juega el mundo íntimo de los personajes. Jugando con la visibilidad e invisibilidad de esa intimidad.
El espacio de trabajo de los personajes, su mundo exterior, se armará con una tabla de madera utilizada como mesa de trabajo. La intención es que los personajes re-utilicen las pocas cosas de las que disponen, y que los objetos cambien su rol a lo largo de la obra.
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